El espacio vital de nuestras aves

En realidad, a las aves se las puede observar en cualquier parte. Por supuesto que no serán las mismas especies las que uno encuentre, pues en el curso de los tiempos la mayoría se han ido caracterizando por ocupar determinados entornos a los cuales se han adaptado, tanto anatómicamente como por comportamiento. Por consiguiente, con alguna dosis de experiencia, y partiendo de la morfología de una región de-terminada, se podrá predecir qué aves la pueblan.
Con todo, se producen aquí sorpresas, en particular en el período de las migraciones: sobre la gran ciudad vuela un zarapito real; en el campo de deportes, en medio de todas las edificaciones, se ha posado una abubilla. Pertenecen a los hábitats que mencionamos acto seguido, aquellas aves que allí crían y se las puede observar con mayores probabilidades.
El bosque
Un bosque no es igual a otro bosque; las plantanciones uniformes de abetos, como monocultivo, son excepcionalmente pobres en especies avícolas. Más que nada se encuentran pinzones, reyezuelos, carboneros garrapinos y herrerillos capuchinos. En las reservas naturales se hallan mirlos, zorzales y acentores; y en los bosques madereros, palomas torcaces, arrendajos, camachuelos y gavilanes entre otros.
Los pinares puros son también escasos en esta clase de pobladores. Los calveros pueden brindar dentro de ellos espacio vital para totovías, bisbitas arbóreos y mosquiteros. Donde existe monte bajo con arbustos de saúco, se instalan toda clase de pequeñas canoras, especialmente petirrojas, chochines y currucas capirotadas.
Lo que antecede, es válido igualmente para el bosque frondoso y el bosque mixto, cuya riqueza en aves está subordinada al sistema de aprovechamiento forestal predominante. Las que habitan en los huecos de los árboles suelen tener dificultades, puesto que los ejemplares forestales más viejos y carcomidos caen pronto bajo el hacha en cualquier tala de limpieza, y son éstos los que ofrecen mejores posibilidades para anidar. Los nidales artificiales o casetas para anidar pueden aliviar en parte esta cuestión. En el maderamen podrido del viejo árbol viven innumerables bichitos que sirven de alimento a las aves que anidan en sus huecos.
En Europa apenas si existe este tipo de bosque que combina árbol y prado, es decir el bosque de ribera auténtico que el río, saliéndose de madre, inunda una y otra vez. El mundo de las aves que allí habita es de gran riqueza y variedad por obra de la complejidad de las especies vegetales. En las poderosas ramas de sus árboles anidan las aves de rapiña. Más abajo viven los picos, en agujeros que ellos mismos se han fabricado, y en los cuales se alojarán más tarde los paros, agateadores y papamoscas. La espesura de los cañaverales o carrizales y la maraña de masiegos y eneas ofrecen cobijo a los más diversos pájaros cantores, escribanos palustres, carriceros y aguiluchos laguneros. Sobre las superficies acuáticas se observan patos y fochas.
La campiña
Las superficies cultivadas con ayuda de maquinaria agrícola se cuentan entre los espacios más desprovistos de aves. Unicamente hallan condiciones de vida la alondra común y los terreros, los buitrones, lavanderas boyeras y aves.
En las praderas, en una época no tan lejana, según el grado de humedad, uno confiaba encontrar ejemplares de archibebes comunes, agujas colinegras, zarapitos, agachadizas comunes, guiones de codornices y tarabillas norteñas, pero ésta no es una fauna propia de nuestras latitudes mucho más secas. Hoy están amenazados de extinción en todo suconjunto, puesto que desde mediados de nuestro siglo se han desecado la mayoría de nuestras praderas, transformadas en terrenos de cultivo o sometidas a formas de aprovechamiento intensivo, de modo que estas especies casi no se reproducen.
Los setos, donde aún existen, son hoy los últimos reductos de poblaciones completas de aves. Sobre todo cuando limitan con tierra de barbecho o roturada, su gran riqueza en flores silvestres e insectos ofrece una base de nutrición para especies como la curruca cabecinegra y el alcaudón dorsirrojo común, zarcero común, etc.
Cursos de agua
Estos parajes ofrecen otras formas de vida distintas, en lo que se refiere a las aves: el martín pescador, con sus tintes irisados, se zambulle en busca de peces; patos de vivo colorido surcan las aguas; garzas de patas muy largas acechan sus presas; andarríos vivaces incuban sus huevos en un banco de guijarros; carriceros muy poco vistosos saltan de una mata a otra del cañaveral.
Pero mientras tanto, por desgracia, los arroyos han sido canalizados y convertidos en tuberías, los ríos se han regulado, los lagos obstruido, sin hablar de la contaminación general de las aguas. Además, aumentan las perturbaciones producidas por los seres humanos que acuden a estos lugares en busca de esparcimiento y diversión.
La ciudad
Solamente las aves que han venido siguiendo al hombre a través de la civilización pueden asentarse en el espacio vital de la urbe. Los cernícalos, vencejos, colirrojos tizón y grajillas son, por su origen, animales que viven en los parajes rocosos y para los cuales la afición constructiva del hombre ha abierto nuevos lugares donde anidar. Todavía más adaptables a la civilización son las palomas; cualquier centro urbano, aun desprovisto de árboles y matojos, les ofrece suficientes medios de alimentación; mientras, los vencejos cazan por el espacio aéreo y se alejan varios kilómetros del lugar del nido. Mirlos, carboneros y verderones pueden ser familiares a cualquier propietario de un jardín. Y también proceden originalmente del bosque aquellas especies como los mosquiteros comunes, zorzales comunes, herrerillos, agoteadores, pinzones y currucas capirotadas.
Hay varias docenas de especies distintas que se pueden encontrar en los grandes espacios verdes de las ciudades y en los cementerios. Suelen anidar aquí habitualmente especies tales como el búho chico, el cárabo común, el gavilán, la oropéndola, el alcaudón, el pito real y el pico pi-capinos.
Un atractivo especial para muchas aves lo constituyen las superficies acuáticas de los núcleos urbanos. Encuentran aquí su ambiente natural somormujos, patos, gansos, cisnes y algunos motacílidos
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