Duración de la vida de un setter

Un perro vive, por término medio, de 13 a 15 años, aunque no es raro encontrar ejemplares que han llegado hasta los 20 años. Sin embargo, los perros de gran talla nunca llegan a grandes edades. En efecto, se sabe que los perros de talla pequeña y media viven mucho más que los de talla grande. La edad juvenil de un perro dura unos siete años, pero su máximo vigor y fuerza los alcanza de los tres a los cinco años, esto es, cuando comienza para ellos la edad madura. Es en este momento de su vida cuando el macho está en la plenitud de su virilidad, y cuando la hembra consigue llevar a buen término su maternidad amamantando y criando los cachorros con gran facilidad.
Hacia los ocho o nueve años, comienza la decadencia. El animal se vuelve perezoso y lento, sus reflejos ya no son tan rápidos como antaño, le agrada echarse junto al fuego, no le apetece jugar y correr, engorda y soporta con evidente resignación a los niños cuyos juegos lo electrizaban en otro tiempo.
Durante la estación cálida anda constantemente a la busca de un ángulo fresco y tranquilo, se muestra indiferente hacia todo lo que le rodea y su extraordinaria curiosidad, que antes lo tenía siempre en estado de alarma al menor movimiento de las hojas, se ha adormecido. Pasa la mayor parte del día durmiendo. Alrededor de los ojos, sobre la nariz y sobre la frente aparecen los pelos blancos que son el síntoma del encanecimiento, la vista y el oído comienzan a ser menos eficientes, las funciones fisiológicas se hacen más lentas y el animal siente cada vez menos reclamo del otro sexo hasta que deja de mostrar por completo el deseo del apareamiento.
La vejez de un perro se ve atormentada con frecuencia por la presencia de las cataratas y por un continuo lagrimeo de los ojos. De la boca semiabierta cuelga un hilo de baba y la respiración es frecuente y fatigosa.
A los diez años aquel que había sido un magnífico ejemplar de perro de caza saltarín, ágil, alegre, entusiasta y lleno de vida, es solamente un pobre animal de mirada opaca, con los miembros hinchados y doloridos por la artritis (que es la enfermedad más frecuente en los perros de caza). La resistencia a las enfermedades y a la invasión de parásitos se hace cada vez más débil. Con mucha frecuencia un perro en su edad tardía pierde el pelo y su epidermis se cubre de costras.
Si el perro está muy enfermo, si ya no hay nada que hacer por él y el veterinario os aconseja que lo matéis, no dudéis en seguir su consejo. Es inútil conservar con vida un pobre animal que sufre, y por ello acudid al veterinario para que lo elimine inoculándole un fármaco que lo haga morir pronto y sin dolor. Hay quien sostiene que un tratamiento a base de hígado de carnero (de 80 a 100 gramos diarios durante un mes), puede obrar milagros sobre la salud de un viejo perro de caza, rejuveneciéndolo de un modo milagroso. Viendo que también existen en el comercio actualmente medicinas que pueden sustituir válidamente esta cura de rejuvenecimiento, evidentemente un poco laborioso para el que tiene que prepararla, es aconsejable consultar al veterinario a fin de que examine la posibilidad de intentar el suministro de preparados que pueden retardar el decaimiento del perro, o cuando menos hacerle la vejez menos dolorosa.
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